La abogacía es una función social al servicio del derecho y la justicia social, ante todo el abogado cumple una indudable y trascendente función social al cooperar con el Estado para que se eliminen o concilien los conflictos existentes entre los particulares, “ya que son auxiliares del órgano jurisdiccional y trabajan al servicio del interés público en cuanto éste persigue la composición rápida y justa de los conflictos”.
La función social de los abogados es la de contribuir a una fluida interacción social, que procura el desarrollo económico del país y la armonía entre los miembros de la misma sociedad, evitando al máximo, la dispersión de recursos y los pleitos entre ellos. El abogado cumpliendo esa función social es un elemento de la pacificación de las relaciones humanas, preservando el orden jurídico mediante el acatamiento de las normas que su consejo lleva siempre consigo; mediante la solución directa de los conflictos creados con un sentido de justicia.
Por tanto el abogado ejerce el Derecho que es un sistema jerárquico de normas y reglas de conducta exterior, que consagradas o no expresamente por la ley en el sentido genérico del término, aseguran efectivamente en un medio y época dados, la realización de la armonía social fundado en una parte de las aspiraciones colectivas o individuales. Del mismo modo el Derecho se define como la coordinación objetiva de las acciones posibles entre varios sujetos, según un principio ético que las determina excluyendo todo impedimento.